domingo, 15 de novembro de 2009

Acción afirmativa contra la homofobia

Soy lesbiana declarada y vivo fuera del armario desde noviembre de 1996, cuando salí con Isabel, mi pareja, en un Programa de TV de esos que se llaman de testimonio. He sido Presidenta de COGAM, en 1998. Fui a COGAM para salir del armario en Política y me fui de COGAM para encabezar la lista de Los Verdes a la Comunidad de Madrid y participar en un proyecto de reconstrucción de una alternativa de izquierdas y verde, no dogmática, para el Parlamento Europeo en colaboración con otros partidos. No he abandonado la Política, ni la militancia civil no violenta. Lo que he dejado atrás son las siglas y las disciplinas de partido.

Isabel y yo estuvimos apoyando la reivindicación de La Ley de Parejas, desde el principio, y apoyamos el matrimonio civil, que parece estar a la vuelta de la esquina, aún a riesgo de ser tachadas de "carcas", porque consideramos que la equiparación en los derechos civiles es de justicia, sobre todo teniendo en cuenta que vivimos en un contexto social determinado que no puede obviarnos, ni desentenderse de nuestra existencia, puesto que contribuimos "a escondidas", pero realmente, a su desarrollo y riqueza, con nuestros impuestos, con nuestro trabajo, etc.. Nos tiene que reconocer, respetar y favorecer en igualdad de condiciones sin penalizarnos por nuestra orientación lésbica ó gay.

Pero no dejo de ser consciente de que tanto la Ley de Parejas como el Matrimonio Civil como reivindicaciones, en el caso de existir y de poder acogernos a ellas, sólo van a beneficiar y a resolver la vida a aquellas parejas de lesbianas o de gays que así lo decidan de acuerdo con sus intereses personales específicos. Seamos el porcentaje que seamos, no se dará en el 100% de los casos, pues no todas las lesbianas, ni todos los gays tienen pareja con la que pensar y plantearse estas cosas. Quienes decidamos contraer matrimonio civil habremos conseguido la plena igualdad jurídica, el fin de la discriminación legal, pero ¿habremos conseguido la igualdad real? y ¿qué pasará con la gente que no tiene pareja?, ¿qué pasará con l@s adolescentes que están descubriendo su homosexualidad sin ningún referente o con referentes negativos en los colegios? ¿cómo se consigue que en aquellos ámbitos en donde la homosexualidad no está fuera del armario y es evidente, pasé a manifestarse?

El día que se autorice el matrimonio entre personas del mismo sexo, los gays y las lesbianas no saldrán en masa del armario, los homófobos no les abrazarán diciéndoles de corazón "¡ya ha terminado vuestra pesadilla! ¡os queremos como sois!." Ni los gays y lesbianas se olvidarán ese día repentinamente de su pasado, se liberarán alegremente del trauma acumulado, ni se comportarán de pronto como si su homosexualidad nunca hubiera sido motivo de marginación y humillación, como si nunca hubieran tenido nada que esconder. No. Nada de eso ocurrirá.

Por eso, hace tiempo que, desde mi nueva situación de independencia, vengo planteando la necesidad de crear otros foros de debate y otros temas de reivindicación, desde el convencimiento de que hará falta más, mucho más, que la autorización del matrimonio para conseguir la igualdad real. Será necesario un programa especial de acción social y política de apoyo a lesbianas y gays, un programa que sea tan contundente en lo positivo como lo ha sido la sociedad hasta ahora en lo negativo.

Como ecofeminista tengo claro que, legislar con el objetivo de acabar con la discriminación, es imprescindible, pero nunca un fin en sí mismo. Sólo las "acciones positivas" que han establecido cupos o preferencias de la mujer frente al hombre han sido instrumentos eficaces, aplicados durante un tiempo, para conseguir en la práctica "condiciones de paridad" desde las que empezar a construir otro mundo no patriarcal ni machista. Sólo las campañas de sensibilización pública a todos los niveles han conseguido situar en el nivel justo el debate. Por ello, pienso que sólo "acciones positivas" aplicadas en beneficio de lesbianas o gays van a poder incidir en un cambio de mentalidad real y, lo que es más importante, en una diferente valoración de la orientación lesbiana y gay. Dicho de otro modo, la igualdad, la igualdad real, no va a venir con una palmadita en la espalda y una declaración oficial de que ya somos iguales.

Los gays y lesbianas, como grupo social, estamos debilitados por la sistemática política de terror y chantaje a que se nos somete desde la infancia. Esa debilidad se traduce en miedo, miedo a hablar, miedo a darse a conocer, miedo a dar la cara. Y ese miedo hace que no contemos con suficiente fuerza para defender nuestros derechos. Para invertir esta situación, es necesario aplicar un intenso programa que premie de diferentes maneras la manifestación pública de nuestra orientación lésbica o gay, que refuerce con apoyo económico a los medios de comunicación lésbicos y gays, que son los que nos sirven para articular un discurso público de defensa de nuestros derechos, y a nuestras organizaciones sociales.

Hacen falta campañas públicas de sensibilización respecto de la realidad lésbica y gay, a los problemas y marginaciones que sufrimos. Hace falta que la gente se entere de las nefastas consecuencias que ello tiene para las vidas de millones de personas. Es imprescindible acabar con los estereotipos que se manejan cotidianamente, que no se juzgue de manera negativa a quiénes se disfrazan o "travisten" en las marchas en favor del Orgullo Gay-Lesbiano, como no se juzga, ni se consideran "pervertid@s" a quiénes en los carnavales hacen lo propio y cambian sus indumentarias habituales. Mientras no se consiga desconectar socialmente que no tiene por qué influir en la profesionalidad de un/una médic@ o de un/una abogad@, la pluma que ést@ tenga, ni en su capacidad para ser una buena madre o un buen padre, habrá que seguir reivindicando espacios de libertad. El hecho de que a estas alturas de la historia estemos empezando a atisbar el fin de las discriminaciones legales contra nosotr@s, si algo demuestra es precisamente la penosa situación de opresión en que aún se desarrollan nuestras vidas en lo cotidiano, por ello lo más importante que hay que cambiar es el día a día, cualquier acto sencillo de nuestra existencia.

Me preocupa pensar que el tiempo que reste hasta que el Partido Popular deje el Gobierno o decida legislar esta discriminación evidente e insostenible, las lesbianas y los gays, individualmente, y los Colectivos que supuestamente representan nuestros intereses, centren su actividad pública en la equiparación legal y olviden que el trabajo real está en los colegios, las universidades, las empresas, los medios de comunicación, etc.

Creo que los Partidos Políticos, además de llevar en sus propuestas electorales medidas de equiparación legal, tendrán que plantear políticas reales para la compensación de las injusticias que se han infligido a las lesbianas y a los gays en el transcurso de la historia. Tendrán que incluir en sus listas a lesbianas y gays declarad@s para que en los Parlamentos y en los Ayuntamientos empiece a haber una representación proporcional de gays y de lesbianas y hasta contratar en sus estructurales profesionales a asesor@s especializad@s que sean homosexuales. Me refiero también a los medios de comunicación y a su obligación de producir todo tipo de programas: películas, series, debates, informativos con referentes positivos homosexuales. A los planes de estudio que tendrán que dar cabida como materia básica de conocimiento temas relacionados con la realidad lesbiana ó gay, con la formación de la personalidad, etc. Y proporcionar referencias históricas positivas no estereotipadas. Pienso, también, en los ámbitos universitarios en los que se tendrá que potenciar la investigación sobre cuestiones de carácter lésbico y gay, hasta la fecha desatendidos. De modo y manera que, en todos los estratos sociales, en un pueblo como en una ciudad, en cualquier comunidad autónoma, en las empresas públicas como en las privadas, en los colegios, incluso religiosos, en las universidades y en las familias, obviamente, hasta en el último rincón se persigan los prejuicios y se extermine la homofobia latente que está tan asumida.

Todo esto es lo que se ha dado en llamar "acción afirmativa" y sólo conseguiremos este cambio, que tiene que ver con una idéntica valoración de la orientación homosexual, si se comienza ya a llevar a cabo y a hacer extensivo éste o cualquier otro plan de "acciones afirmativas".

Si esto suena utópico e inalcanzable es que nuestra igualdad real también es utópica e inalcanzable, pero yo no creo que lo sea. Basta con ponerse en marcha cuanto antes, pues se trata de nuestra propia dignidad que nos exige seguir luchando por la igualdad. La igualdad real (por Ana Segura).

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